domingo, 22 de febrero de 2009

La Confesión


Se acerco con mucha prisa
Al negro confesionario
Retorciendo de un rosario
Las cuentas entre sus manos


Dice pronto: “Santo Hermano
“Necesito confesión
“Sabe que en una ocasión
“En que la casualidad me toca


“Me he llegado hasta su boca
“Y he pecado de lujuria”
Y sigue, mientras con furia
Golpea fuerte su pecho


“Cuéntame eso que has hecho”
Se ha escuchado en un quejido
“La deje sin sus vestidos
Bese todos sus rincones”


“Las fresas de sus pezones,
“Los labios de su entrepierna,
“Y en una caricia eterna
“Que le ha puesto medio loca,


“Le he colocado en su boca
“Mi sexo duro y caliente”
Ay Señor, que irreverente ¡
Dice la voz apagada


“Padre, que eso no es nada
“Tengo que contarle a usted
“Que entre sus muslos pasé
“Al menos la tarde entera”


Calla al punto, mala fiera
Vete al altar a rezar
Eso se pudo escuchar
Viniendo del confesor,


A ver si puede el Señor
Tus maldades perdonar
Y no vuelvas a pecar
Por dios de aquella manera


Concluyó la voz austera
Hablando en tono bajito
El joven se fue contrito
A cumplir su obligación


Y dentro de aquel cajón
De barnizada belleza
La niña de la limpieza
Que a dormir se había escondido


Se acomoda su vestido
Guarda sus pechos tan guapos
Seca su mano en un trapo
Y se aleja con sigilo

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