jueves, 11 de febrero de 2010

Si alguna vez te acuerdas


Las noches se vuelven muy largas, y las madrugadas, mas
Dicen que los hábitos hacen al monje, y yo ya era un monje entero
pero me resisto a creer que solo echo de menos algunas cosas

Normalmente uno echa de menos lo que ha tenido, lo que ha tocado,
o ha estado entre sus manos o sus brazos.

No quiero pensar que sentiría si mis brazos
te hubieran rodeado alguna vez,
si mis labios hubieran pronunciado tu nombre
en esas nocturnas
proximidades que fabrica el amor.

Mientras tanto, la canoa boga sobre el polvo en lugar de hacerlo
sobre el agua, como la alucinación de un desvarío momentaneo
que no hace sino confirmar que la vida no va por donde debe ir

O por donde debiera ir

y ademas esta lo otro

Lo que yo llamo la curiosidad atormentante,
esa morbosa necesidad de saber,
que comes, a que hora duermes, con quien hablas

si alguna vez te acuerdas de mi
o si ya no

debería haber una ley que nos permitiera al menos saber
lo que pasa por la mente del otro
para poder dormir

Cuando te quedas viudo
las alternativas son pocas, o esta allí, o esta allá
a lo sumo acullá
pero nada mas
y lo mejor, ya nadie te la quita, o nadie te la vuelve a quitar

Me he puesto a pensar si este será el razonamiento
que siguen esos que asesinan sus amores en las personas que aman
(no es mi caso, vive dios)
pero debe ser algo tan retorcido como esto

no obstante, yo que intento elaborar mi duelo, no puedo resistirme
a darle un beso, por las noches, cuando me voy a dormir
(le queda tan bien el azul marino)

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