el viejo mio le quitaba
con maestría absoluta
con precisión impoluta
a una naranja la piel.
y yo lo miraba a él
en una paciente espera
por si acaso se cayera
la cinta que recortaba
que siempre me preguntaba
como era que conseguía
esa cinta que envolvía
finalmente a la naranja
dejando solo una franja
como una calle asfaltada
quitando esa piel dorada
de su cuna de algodón
.
yo ponía la atención
mas intensa que podía
para ver si me aprendía
ese arte desconocido.
.
y quedaba sorprendido
toda vez que sucedía.
Al final, me la tendía
como al descuido y sin prisa
con socarrona sonrisa,
me decía: Para vos!
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