domingo, 4 de julio de 2010

los Hijos


Perdonadme, hijos míos, si os di esta dolorida
existencia en un ciego minuto de placer,
acaso presentíais el dolor de la vida
cuando llorabais al nacer.
.
Era la primavera; florecian las rosas
y soñaba con el laurel.
En la armonía de las cosas
libaba yo, mi lírica miel.
.
Yo amé, la estrofa eterna de amor, del universo;
a la flor, a la estrella, a la mujer:
la inquietud de mi vida, la emoción de mi verso
erais vosotros, que queríais ser.
.
Fue una sed de infinito y de belleza
la que encendía mi canción;
pero hoy siento la vida, y la amarga pobreza
como una losa sobre el corazón.

Nada puedo brindaros de cuanto soñé, pobre
funámbulo del ideal;
el oro de mi sueño se ha convertido en cobre,
¡y el hambre acecha siempre en el umbral!
.
Yo quisiera que fuese vuestra senda florida
y que nunca gustaseis la cicuta y la hiel
que fueseis vencedores del Dragón de la vida
y que también amaseis las rosas y el laurel.
.
Y que sintieseis la inquietud del verso
ebrios de melodía y de emoción
que escuchaseis el ritmo cordial del universo
en la caja de musica de vuestro corazón
.
que os gustase volar, y cantar, y soñar,
y las rosas mejor que las espigas;
que mirando el azul no vieseis caminar
a ras de tierra a las hormigas.
.
Perdonadme, hijos mios, si os traje a esta podrida
vieja bola del Mundo, por mi propio placer,
Vosotros presentíais la angustia de la vida,
Y por eso llorabais al nacer

Emilio Carrere (1881-1947)

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