Perdonadme, hijos míos, si os di esta dolorida
existencia en un ciego minuto de placer,
acaso presentíais el dolor de la vida
cuando llorabais al nacer.
.
Era la primavera; florecian las rosas
y soñaba con el laurel.
En la armonía de las cosas
libaba yo, mi lírica miel.
.
Yo amé, la estrofa eterna de amor, del universo;
a la flor, a la estrella, a la mujer:
la inquietud de mi vida, la emoción de mi verso
erais vosotros, que queríais ser.
.
Fue una sed de infinito y de belleza
la que encendía mi canción;
pero hoy siento la vida, y la amarga pobreza
como una losa sobre el corazón.
Nada puedo brindaros de cuanto soñé, pobre
funámbulo del ideal;
el oro de mi sueño se ha convertido en cobre,
¡y el hambre acecha siempre en el umbral!
.
Yo quisiera que fuese vuestra senda florida
y que nunca gustaseis la cicuta y la hiel
que fueseis vencedores del Dragón de la vida
y que también amaseis las rosas y el laurel.
.
Y que sintieseis la inquietud del verso
ebrios de melodía y de emoción
que escuchaseis el ritmo cordial del universo
en la caja de musica de vuestro corazón
.
que os gustase volar, y cantar, y soñar,
y las rosas mejor que las espigas;
que mirando el azul no vieseis caminar
a ras de tierra a las hormigas.
.
Perdonadme, hijos mios, si os traje a esta podrida
vieja bola del Mundo, por mi propio placer,
Vosotros presentíais la angustia de la vida,
Y por eso llorabais al nacer
Emilio Carrere (1881-1947)
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