
a veces con razon, y otras sin ella
a cuantos adversarios los dejaste
despatarrados contemplando las estrellas
A cuantos, con el santo crucifijo
del helado facón de tu cintura
dibujaste un recuerdo en la pintura
reluciente de sangre de un barbijo
Pero al final, lo que paró tu huella
no fue facón, ni fue daga, ni cuchillo
fue una mirada de embrujado brillo
con una risa de cristal, que te hizo mella
primero fue un puntazo, uno de tantos
de aquellos que te habías aguantado
y a pesar de que sangraba tu costado
no era pa misas ni mentar a santos
pero de pronto, con la saña mas violenta
como venido del fondo de la nada
el amor te fajó una puñalada
que te partió el corazón, sin darte cuenta !
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