dos guitarras me pidió el cuerpo
pues me faltaba una cadera
y aunque es toda de madera
sus curvas ya me consuelan
ha tiempo que suaves suenan
en tardes y madrugadas
de pronto salen tonadas
de su sonoros latidos
y una cosa he advertido
de esta bella tunanta,
las cuerdas con las que canta
son tan rubias como el trigo
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