Dios santo, si yo fuera
el pastor de unas cabritas
subiendo las quebraditas
al ritmo de los cencerros
sin un cayado y sin perro
con un ponchito ligero
alpargatas y un sombrero
y mucha viento que sube
en el cielo, alguna nube
quedo, me había de contar
si es que te ha visto pasar
como siempre, raudamente
y mirarte largamente
desde la punta del cerro
sin un cayado y sin perro
con el amor de ladero
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