(una decisión meditada)
pero eso no remedia en nada
todo lo que le tocará llorar
puede, si quiere, no mirar
la calle por donde baja
suave y rumboso su talle
con ese, tan suyo, caminar
finge no oír y no escuchar,
y no sentir, el dulce trino de su voz
que le golpea con la fuerza de una coz
cuando su risa hace el gesto de escapar
puede un hombre renunciar
cerrar sus ojos, no mirar
tapar sus oídos, no escuchar
pero tendrá al final, que llorar

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