
Te había besado en la quietud del sueño
y quería soñar eternamente
Milagros de la noche displicente
cuando la vigilia del amor nos duele
sin argumento que el dolor consuele
ni pare la sangre de la honda herida
me quito el cielo, con su luz primera
la miel de sus labios, suprema dulzura
dejando en mi mente, esta cruel locura
de quererte siempre, siempre,..
hasta que muera
No hay comentarios:
Publicar un comentario