llegaba hasta ti, cruzándolo al cielo
y desde los hondos, valles y los cerrosdevolvía pronta, calor y consuelo
me envicié con mieles, rubias de su pelo
con su voz de tibios acentos norteños,
con las travesuras que montaba en sueños
y aquella ternura que me daba el beso
Uno se acostumbra, y no es solo por eso
pero es muy difícil no ser prisionero
por mas señas, yo, ateo confeso
no tengo el recurso que te brinda el rezo
Por eso en las noches, mi lápiz travieso
se queja implorando su pronto regreso.
Llora la guitarra un tímido arpegio
con ritmo de zamba, que suena a lo lejos
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