contando de la vida y de sus cosas

y siempre con alguna picardía
no pude adivinar si procedía
del cielo de la noche o de la brisa.-
Resuelto a resolver esta pesquisa
mire, hasta debajo de las piedras
detras del enrejado de las hiedras
arriba en el follaje impenetrable...
(lo cierto es que un sonido tan amable
llevaba al corazón mucha alegría)
al fin, al comprobar que no podía
hallar el nacimiento de la fuente
cerré mis ojos, y supe de repente
Amor, que era tu voz, que me seguía
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