le cruzan el rostro de estigmas violentos
hondas cicatrices, y tal vez le halaga
llevar imborrables adornos sangrientos
caprichos de hembra que tuvo la daga
Sobre el rostro adusto lleva el guitarrero
viejas cicatrices de cárdeno brillo
en el pecho un hosco rencor pendenciero
en los negros ojos la luz del cuchillo.
Y muestra, insolente, pues se va exaltando
su bestial cinismo de alma atravesada.
Palermo lo ha oído quejarse cantando
celos que preceden a la puñalada
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